viernes, 15 de octubre de 2010

Receta rica en época de crisis

Realmente he llegado a la conclusión de que voy a dejar de ver las noticias. Es que no puedo, es indignate. ¡Cómo se cachondean de nosotros!

El presidente de la patronal ha dicho que para salir de esta crisis hay que trabajar más y ganar menos: 



"Trabajando más y desgraciadamente ganando menos" para que esos ricos sigan ganando igual o más, cuando han sido ellos, y siguen siendo ellos, los que provocaron y siguen provocando la crisis.
Se ha quedado con las ganas de decir que lo que realmente nos sacaría de esta situación es que volviera a haber esclavos. Que nos vuelvan a meter en barracones, llenos de mierda, a trabajar dieciseis horas todos los días, los niños y los viejos también, a cambio de algo de comer, para que esos seres inmundos (inhumanos) tengan para mantener sus altísimos niveles de vida.
Empiezo a sospechar que esta crisis es un negocio, como lo son  la pobreza o la guerra, que se están aprovechando de la situación para hacerse aún más ricos. Creo que se han dado cuenta de la oportunidad que tienen para, en nombre de la crisis, atarnos más y ellos ganar más. Pienso que si de verdad les interesara ya habríamos salido de esta situación. Si vivimos en una sociedad capitalista y consumista, tienes que darle poder adquisitivo a la gente para que pueda gastar, no quitárselo. Algo gordo estarán ganando ellos cuando no les interesa que nos recuperemos, porque, así, entonces no podrían, en nombre de la solidaridad de todos, hacernos más pobres. Les conviene que sigamos así.
En serio, necesitamos una revolución ¡ya!
No dejo de pensar en lo fácil que sería tener un mundo feliz, en el que todos pudieran, al menos, tener lo básico. Sólo bastaría que ellos, los mismos que dicen esas barbaridades, se apretaran el cinturón, que para  ellos sería un leve gesto, y dejaran respirar más al resto de la humanidad. Tenemos la oportunidad histórica  para hacerlo, ellos la tienen, los que pueden hacer algo, ahora que una cosa así, como es esta crisis, es algo global, pero desgraciadamente el hombre sigue siendo el hombre y la historia nos ha enseñado que no es un ser ni compasivo ni altruista.
Carl Sagan, el famoso astrónomo norteamericano, decía que si hubiera vida inteligente en otros planetas nos daría esperanzas a nosotros, porque sabríamos que la inteligencia, la evolución y la tecnología no llevan a una especie a la destrucción, sino que habría futuro.
Pero el hombre sigue siendo el hombre y no veo esperanza en el horizonte. Es trágico y triste.

sábado, 2 de octubre de 2010

Un mundo feliz

Cuando en mi adolescencia leí por primera vez la famosa novela de Aldous Huxley, Un mundo feliz, pensé que aquel no era realmente "un mundo feliz" porque privaba al hombre de uno de sus más preciados dones, la libertad. Uno no elegía su destino, sino que era programado, ya desde antes de su nacimiento, para ser lo que era y, además, desearlo. Sólo el personaje del salvaje era libre, y se horrorizaba al conocer ese "mundo feliz".
Pero ahora, hoy, ya no estoy tan segura de pensar así, con algunos matices, por supuesto. Es cierto que no se es feliz deseando ser aquello que, como dijo Eugenio Trías al contrario, no estás llamado a ser. Es cierto que no todos podemos ser ganadores. Para que existan triunfadores se necesitan perdedores.  Mirado desde este punto de vista esa sociedad conformada como la que describe Huxley en su libro realmente es un mundo feliz, porque en ella hay ganadores, los llamados "alfas" y "betas" incluso. Pero también esa sociedad feliz necesita perdedores, o personas menos afortunadas, son los "épsilon", que nacieron (fueron creados) así, para desempeñar los oficios que nadie quiere hacer, sólo que ellos no desean ser otra cosa, y por lo tanto son felices.
La conclusión está clara: la ausencia de deseo y emociones es lo que lleva al hombre a la felicidad. El deseo es lo que nos hace infelices.
Yo matizaría esa conclusión: lo que nos hace desgraciados son los sueños irreales, las vanas esperanzas.
Lo mejor para evitarlo no es no tener esperanzas o sueños, sino lo que dijo Sócrates: "conócete a tí mismo". Si sabes lo que eres, cómo eres, lo que puedes llegar a ser, podrás tú mismo saber  hasta dónde puedes llegar y saber también hasta dónde puedes desear. Ahí está, pienso yo, la verdadera felicidad. Más allá, sólo la frustración.
La novela de Huxley planteaba una buena receta de la felicidad, no desear más de lo que realmente eres, y hasta ahí considero que estaba en lo cierto. Lo terrorífico era que no era una elección libre, aunque bien pensado tampoco lo es para nosotros. Yo no he elegido libremente ser como soy (no hablo ahora de moralidad, pues obrar bien o mal sí se puede elegir) sino que algo (Dios, la naturaleza, la genética, el azar...) eligió por mí.
En el libro de Huxley son otros hombres los que hacen esa elección, en función de lo que la sociedad necesita, y a través de la manipulación genética crean nuevos hombres, que serán felices haciendo aquello para lo que han sido creados. El conjunto de la sociedad, a su vez, también será feliz, teniendo cubiertas todas las necesidades.
Lo terrible, lo abominable es que la elección de lo que otro hombre debe de ser y será, sea humana. Es el tomarse el derecho de limitar así a otro ser humano,  y convertirlo, de esa forma, en un instrumento, un medio, privándolo de ser un fin en sí mismo, capaz de elegir, incluso a riesgo de cometer errores y por tanto de ser infeliz, su propio destino.
El hombre, igual al hombre, no puede hacer eso, es inmoral.
La naturaleza, Dios, el azar, ese algo (ausente de moralidad) sí puede, y debe, hacerlo, pues ahí radica nuestra supervivencia.
Todos somos iguales (especie) pero no todos somos iguales (individuo).
Quizás en nuestra sociedad hallamos olividado lo que somos como especie, eligiendo el camino del individualismo, camino que lleva a la destrucción, porque nos hace egoístas, recelosos, desconfiados, pero pienso que un mundo que olvide nuestra individualidad tampoco puede ser perfecto.
Quizás la verdadera armonía, la verdadera felicidad la encontremos cuando hallemos el equilibrio entre especie e individuo.
Ese sería, al fin, un mundo feliz.

martes, 28 de septiembre de 2010

Argumentos a favor de la inmortalidad personal

Definición de inmortalidad personal, según Borges: "Inmortalidad personal, el alma que conserva una memoria de lo que fue en la tierra y ya en el otro mundo se acuerda de la última".

Fechner "piensa en el embrión, en el cuerpo antes de salir del vientre de la madre. En ese cuerpo hay piernas que no sirven para nada, brazos, manos, nada de eso tiene sentido, eso sólo puede tener sentido en una vida ulterior. Debemos pensar que lo mismo ocurre con nosotros, que estamos llenos de esperanzas, de temores, de conjeturas, y no precisamos nada de eso para una vida puramente mortal. Precisamos lo que los animales tienen, y ellos pueden prescindir de todo eso, que puede ser usado después en otra vida más plena".
Shopenhauer "habla de que la doctrina de la transmigración (de las almas) no es más que la forma popular de una doctrina distinta, la doctrina de una voluntad de vivir. Hay algo que quiere vivir, algo que se abre camino a través de la materia o a pesar de ella, la voluntad"
Bergson "habla del elan vital, el ímpetu vital que se manifiesta en todas las cosas, el que crea el universo, el que está en cada uno de nosotros. Está como muerto en los metales, como dormido en los vegetales, como un sueño en los animales; pero en nosotros es consciente de sí mismo"
Borges (eterno Borges) dice "creo en la inmortalidad: no en la inmortalidad personal, pero sí en la cósmica. Seguiremos siendo inmortales; más allá de nuestra muerte corporal queda nuestra memoria, y más allá de nuestra memoria quedan nuestros actos, nuestros hechos, nuestras actitudes"
(Todo en Jorge Luis Borges: Obras Completas II, RBA, Coleccionables, Barcelona 2005, págs.660 y sigs) 

Personalmente el argumento que encuentro más intrigante, aunque discrepe de él, es, sin duda, el de Fechner, pues con esa analogía del embrión en el vientre materno ha dado sentido a las emociones humanas. Nuestros anhelos, nuestras esperanzas no son, así, absurdas, tienen una razón de ser más allá de nosotros mismos. El hombre no sufre, no espera, no ama ni odia en vano, sino que todo lo que le sucede tiene un sentido superior. Lo que aquí y ahora nos produce dolor no acaba con nuestra muerte, sino que es necesario para una vida más perfecta...
Es una bella teoría, un halo de esperanza, pero no deja de ser más que eso, sólo una esperanza, un deseo, también quizás una necesidad. Necesidad vital, pues el hombre necesita saber o al menos intuir un sentido más allá de su propio entendimiento para poder soportar la vida, su propia vida, o quizás, más bien, su finitud, su caducidad, su muerte. Sin eso, sin esa esperanza nos volveríamos locos o nos convertiríamos en piedras.
Más adelante, tal vez, otro día, en otro momento, volvamos a esto, ahora, supera las espectativas de este pequeño comentario.
Pero es con Borges con el que estoy de acuerdo. Borges, no sé si decir más listo, como suele ser él, se retrae de hablar de inmortalidad personal y nos habla de la cósmica, porque de alguna forma, nosotros (en nuestra vida con nuestros actos, hechos, anhelos, ect) formamos parte de un todo, y como tales influimos, aunque sea de forma minúscula, en él. Ahí está nuestra inmortalidad, no somos indiferentes para el universo, ni él lo es para nosotros, formamos con él una perfecta simbiosis. El universo nos limita, modifica, condiciona con su presencia, sin él no existiriamos, pero a cambio, cada hombre, cada vida da sentido a ese universo, es lo que conforma ese universo y así perduramos en su memoria, formando, al fin, parte de la inmortalidad cósmica.

jueves, 9 de septiembre de 2010

¡Dietas que engordan!

¡La desidia gobierna Europa!
Da igual el color de la ideología, el de la bandera de tu país, el sexo, la edad, da igual todo, todos, absolutamente todos ellos, decepcionan.
No importa que ellos, sólo ellos, hayan provocado, directa o indirectamente (por su indiferencia) la crisis que padecemos, porque ninguno, nadie, ni uno solo ha dimitido, sus actos no tienen consecuencias y siguen en sus puestos, cobrando sus dietas.
Y son precisamente las dietas las que me han impulsado a escribir este artículo.
Esos seres imbéciles, estúpidos, cara duras, ineptos, inútiles, sin vergüenzas, cínicos... que nos gobiernan nos dicen desde ahí arriba que debemos ponernos a dieta, mientras que ellos engordan sus cuentas corrientes. Les estamos pagando las vacaciones, los coches, las casas, la ropa, las futuras pensiones, (todo de lujo claro, sin escatimar gastos, porque con ellos no va la cosa), ellos deben seguir manteniendo su nivel de vida, y mientras los otros, nosotros, no llegamos a fin de mes, no podemos pagar las hipotecas, ni siquiera tenemos trabajo, pero somos nosotros, claro, los que debemos apretarnos el cinturón. Y los hipócritas dicen que les preocupa el paro y la economia. ¡Y un jamón!
Eurocámara prácticamente vacía 
La iniciativa de este artículo arrancó tras ver el fragmento de un documental alemán sobre la UE. En él se ve a dos eurodiputados - uno, un hombre canoso, ya de cierta edad, no recuerdo su partido político; y la otra, una muchacha joven del grupo de los verdes - ambos van por la mañana temprano al hemiciclo, para sellar y poder seguir cobrando su dieta de 285 € al día. Lo malo es que tras sellar vuelven a sus casas. Cobran por no hacer nada, y no cobran barato, nada menos que 8550 € cada mes, sólo en dietas (lo que muchas familias, con suerte, cobran al año).
Sinceramente, algo así te deja sin palabras, porque sabes que aunque esto se haya hecho público a través de un documental, ellos seguirán haciéndolo, nadie les pedirá responsabilidades. Y es lógico, si sabemos que quienes deben pedirlas son ellos mismos, otros que hacen lo mismo.
Me viene a la cabeza una película de Woody Allen, Si la cosa funciona, su protagonista, Boris Yellnikoff, un hombre inteligente y desengañado de todo, dice "las enseñanzas básicas de Jesús son maravillosas, igual que la idea original de Karl Marx. ayuda al prójimo, democracia, gobierno del pueblo... Todo grandes ideas, pero tienen un fallo enorme y garrafal, que todas se basan en la falaz idea de que las personas son basicamente éticas, que si les das la oportunidad de obrar bien, lo harán, que no son unos gusanos estúpidos, egoístas, cobardes y cortos de miras. La gente hace la vida mucho peor de lo que debe ser... Siento decir que en general somos una especie fallida." No puedo estar más de acuerdo con él.

domingo, 5 de septiembre de 2010

¡En seguida estoy con usted, señor Peabody!

Hueso perro - perro hueso...
¡Existe una lógica más aplastante! Ni la Lógica de Aristóteles llegó tan lejos en sus conclusiones. No me entendais mal, Aristóteles fue un genio y como todos los genios, un visionario, pero quizá  la lógica de esas películas clásicas conecta más con nosotros, resulta más familiar, cercana e incluso más práctica, por su proximidad cronológica. También ¿más moderna? No, Aristóteles es más moderno. No, esas magníficas películas clásicas son más modernas. ¡No, usted debe de ser la hermana de don Francisco! 

En 1938, Howard Hawks, excéntrico millonario tejano, dirigió una magnífica película, La fiera de mi niña, con Cary Grant y Katherine Hepburn como protagonistas e inolvidables diálogos.
Los diálogos...¡Esos diálogos! ¡Esas películas! Cualquiera que las haya visto y vivido como yo lo he hecho, y hago, sabe lo que quiero decir. Modernidad sin 3D, ni color muchas de ellas, pero con colorido. Sólo imaginación, mucha imaginación, dinamismo, sin necesidad de tanta acción, comedias en estado puro, con sensibilidad teatral. Con personajes tan vivos, que aún hoy sobreviven en nuestros recuerdos. Con aquel magnífico y fino sentido del humor. Con impulso. Perdone, ¿qué impulso?... Ya veis a qué me refiero.
Son modernas porque están presentes en nuestra cotidianeidad, las vivimos en el día a día, no son productos de artificio, son Arte con mayúscula, y dialogan y crecen con nosotros. Por eso son clásicas. Por eso lo clásico siempre será moderno. Porque los personajes no se limitan a hablar entre ellos, sus palabras no mueren al finalizar la película, no, sino que establecen un diálogo con nosotros, que perdura más allá de la pantalla, acompañándonos ya siempre en nuestra vida, son diálogos que dialogan. Diálogos dialogantes. Pero si tú das y yo doy, ¿entonces quién recibe?.
Esas películas, esos diálogos han estado conmigo desde siempre. Los repito, en multitud de situaciones,  porque los vivo y me ayudan a comprender mejor el mundo que me rodea, como hace el verdadero Arte, y si alguien piensa que exagero, pues bueno, nadie es perfecto... 

Manifiesto de bienvenida

1 Quiero dar a conocer el Arte, con mayúsculas, que más me apasiona: pintura, fotografía, algo de arquitectura... es decir, toda aquella  manifestación artítica que en parte o en su totalidad ha tenido significación en mi vida.
2 Así mismo, manifiesto la intención de comentar y/o criticar toda la actualidad representativa para mí o mi entorno.
3 Desprecio hacia toda manifestación de pseudointelectualismo o mediocridad, sea cual sea su forma, grado o representación artística.
4 Se hará una relación de las obras literarias, leidas o por leer, que han marcado un antes y un después en mi vida, haciéndose, en los casos que sea posible, un pequeño análisis o comentario sobre las mismas.
5 También se comentarán, para fines diversos, aquellas películas, documentales y/o artículos de prensa que sean digno de mención.
6 Este blog permitirá la entrada a aquellas áreas de la vida, intelectual o de otra índole, que sean, de alguna forma, relevantes en mi vida, tales como: nutrición, enfermedades, salud, etc.
7 Y todo lo dicho anteriormente será acompañado con la música que ha marcado, hasta hoy, mi vida.

¡Bienvenidos seais, si os interesa!